¿De qué hablaba Cristiano?

Posted on 5 octubre, 2011

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[Roberto G. Prada]

¿De qué hablaba Cristiano? Nadie lo sabe. Nadie se ha molestado en analizarlo.

Hace unas semanas, en la tele, alguien le puso un micrófono en la cara al terminar un partido. Por primera vez desde que lo conozco, le escuchaba dar forma a un gran discurso lleno de indignación comedida, totalmente alejado de ese otro tan extremista e infantiloide al que nos tienen acostumbrados tanto él como su entrenador. Esta vez no. Esta vez hablaba sin parar, y cada palabra que decía era una queja certera y dolida, nacida de la incomprensión del que se sabe especial pero necesita, de vez en cuando, una dosis de terrenalismo. Eso hacía su discurso mucho más valioso, porque no era una consigna de actitud impuesta por su entrenador, sino Cristiano Ronaldo quejándose de algo que realmente le indignaba. Le parecía mal. Era maravilloso. Recordaba a aquel famoso vídeo de Pichi en el Ourense, quejándose de que el linier le había llamado “pesao”.

Pero, por supuesto, donde hubo, hay. Y las luces pueden aflorar en cualquiera, pero en algunos se apagan más veces que en otros. Y entonces quiso recular, a sabiendas de que se había abierto demasiado y había bajado la guardia. De que se había mostrado tal como era, vulnerable y humano. Indignado como otro cualquiera. Torció la boca en ese gesto impostado y chulesco tan suyo, perdió la mirada varias realidades más allá de la entrevistadora y dijo algo que sabía que enterraría todo lo demás. “No sé, me tendrán envidia porque soy bueno, rico y guapo”. Pum. Se acabó la entrevista. La prensa ya tenía lo que quería y él había vuelto a su cómodo caparazón.

Al día siguiente (al minuto siguiente) nadie hablaba de todo aquello que el bueno de Cristiano había denunciado con la franqueza del adolescente que defiende su inocencia en el despacho de un director injusto y malvado. Nadie hablaba de un tema del que habría venido, la verdad, muy bien hablar. En su lugar noticias, artículos, editoriales, columnas y hasta absurdas cartas abiertas que repetían una y otra vez el titular (regalado), sin entrar a valorar nada más. Para qué. La noticia nacía del titular, no al revés.

¿La culpa es de Cristiano o de los periodistas?

Me da igual. A mí lo único que me importa es que aquí nadie comenta nada sobre aquello tan interesante de lo que hablaba Cristiano. Ni siquiera yo.

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